Descripción
Como surcos en el agua, el deseo ya se diluye en su emergencia. O, en palabras de quien escribe estos poemas: interferencias que viajan a través de la materia. Pero, como todo estanque, esas materias no constituyen cualquier cosa, sino que, al contraer el espacio, forman sustancias: aquellas cosas que amplían el mundo material: un estanque esmeralda, un espejo imposible de fotografiar, el empañamiento de un vidrio que se hace y deshace al compás de la respiración. Sobre estas superficies, el deseo fulgura en los encuentros imprevistos, los besos largos, la demora entre dos miradas incógnitas o los portales creados sobre el espejismo de un rayo de sol oblicuo. En este cruce entre la quietud material y el dinamismo deseante, Bela Zalazar encuentra un modo de apropiarse de espacios y tiempos inaprensibles, dejando que un nuevo cuento crezca.
Julia Jorge










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