Descripción
Tenemos frente a nuestros ojos un tratado de conciencia. Pero de una conciencia blanda. Conciencia suave, mudable, perspicaz. Que solo sabe decir: “yo soy otra”. Nada queda ya de aquella grilla que una vez supo ser. Aquí deviene conciencia pequeña, dolorida, ansiosa, transitando por los bordes del campo y registrando los detalles imposibles: el aire empujado por una mano que se despide, el rojo imperceptible de una piel, la tensión de un pensamiento. Es que la conciencia estuvo siempre hecha también de todo eso, y ahora, la poesía de Maya, tan rítmica y precisa, ha levantado la grilla mayor de los viejos deberes, para ponernos frente a estos pequeños movimientos -de peces o mareas- y obsequiarnos, en una labor precisa de palabras, este magnífico time-lapse de lo casi invisible.
Cecilia Perna
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