Descripción
Los personajes Marileuza, Bilu y Máicom, que habitan los cuentos, aparecen como referencia para nombres y apodos comunes en ciertas regiones, fortaleciendo la identidad en la narrativa. Sin embargo, hay una preferencia por personajes sin nombre, como se ve en el cuento La mujer que lavaba huesos, que da nombre a la obra. La mujer y el niño, así identificados, no carecen de nombres propios, como la mujer que recorre la ciudad buscando a sus hijos cuando todavía son niños en La plaza de mayo particular o la chica obsesiva que ilustra el cuento Toc toc. Son personajes que traen en sí elementos tan característicos de todo ser humano, que darles un nombre correría el riesgo de romper la escucha del alma colectiva que nos hace caminar de la mano de todos ellos, incluyendo, paradójicamente, a la mujer que vive en La historia de la soledad.
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