Descripción
Fellini ha decretado el “fin del deseo”. Afirma que la castración química asegura la felicidad de cada ciudadano en su monotonía. Pero ese fuego secreto que envuelve el alma humana no se puede apagar con decretos. Roberto se resiste a vivir como una sombra. Un anhelo lo arrastra a cruzar los límites del miedo y la obediencia, adentrándose en los rincones donde la vida aún late, clandestina, entre bocados de carne prohibida y miradas furtivas. Allí, en el otro lado, descubre que el simple acto de comer puede devolvernos la memoria, y que la pasión humana es la mejor forma de resistencia. En La dolce vita, el deseo se convierte en una herejía, pero también en una afirmación de la condición humana de parte de todos los que se niegan a olvidar que la vida, con todas sus contradicciones, es un banquete al que no podemos renunciar jamás.
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